Es una práctica amorosa y tranquila, pero intensa; enfocándose principalmente en la respiración y en mantener las posturas básicas, incrementando poco a poco la dificultad y así ir ganando fuerza y flexibilidad, tanto mental, espiritual como corporal, llegando a profundos estados de concentración y relajación.

Es una práctica dinámica e intensa donde unimos el movimiento con una respiración sincronizada generando calor interno, creando ligereza y evitando el estancamiento, tanto físico como mental, ayudándonos a estar enfocados y conscientes en el momento presente.

La práctica regular del Ashtanga Yoga produce calor interno y sudoración, la sangre se calienta y purifica y puede circular más libremente. Mejorar la circulación ayuda al cuerpo a eliminar toxinas y desechos internos, desintoxicando el cuerpo. Ese calor interno, a su vez, permite que los músculos alcancen mayor flexibilidad, realizando las posturas sin riesgo. Con la práctica habitual el cuerpo se siente cada vez más liviano, flexible, fuerte y ligero . A su vez la mente y los pensamientos se serenan, las emociones se estabilizan, y uno se siente en un estado de bienestar y liviandad.